Ayer nos levantábamos con una noticia que nos dejaba la sangre helada: el fallecimiento de don Jesús Arús Fillola, ex-Decano de nuestro Colegio.
Desde la Junta de Gobierno queremos recordarle con unas palabras en este espacio común. No las hemos escrito nosotros: hemos querido pedirle de una de tantas personas, un compañero, un delineante anónimo que lo trató, tanto profesional como personalmente, que nos escriba unas palabras de recuerdo, de su recuerdo. Y con ellas os dejamos.
Cierto es que en este mundo estamos de paso, que tenemos fecha de caducidad para todo, pero cuando te toca de cerca con personas conocidas que, de una forma u otra, aprecias, duele.
Si algo bueno tiene esta nuestra profesión de delineante es la de poder conocer a grandes personas y profesionales de tu entorno laboral. Y, para mí, Jesús fue una de esas personas.
Fue allá por finales del 2012 cuando empecé a tener contacto con él. Siempre estaba dispuesto a dar respuesta a nuestras dudas, siempre dispuesto a ayudar con todo lo que se le propusiera. Cordial, audaz, compañero.
Siempre me transmitió la necesidad de unión en la profesión, algo que seguimos defendiendo, pues sin unión no tenemos futuro. Y esa unión fue algo que creo que trató de conseguir por activa y por pasiva. Quizás se pueda decir que trabajó por democratizar los Colegios de Delineantes, entes que aparecían muy cerrados ante los propios profesionales y no colegiados.
Desde su posición, dio respuesta a muchas de las preguntas que teníamos los delineantes, apoyó nuestra profesión y sus movimientos en redes sociales, webs y blogs, estando muy activo y participativo. Recuerdo la entrevista que se le hizo en aquéllas viejas emisiones de Unión de Delineantes, donde mostró sin reparos todas las cartas en la mesa, donde nos divertimos y donde nos conocimos un poco más. También le recuerdo por su paso y apoyo cuando fue del Congreso de Delineantes celebrado en Asturias y aún no continuado, donde codo con codo pudimos hablar todavía un poco más.
Creo que fue de los primeros compañeros delineantes en levantar la liebre sobre los grandes problemas que tenía la profesión y fue capaz de enfrentarse, desde la legalidad, la norma y la persuasión, a la Comisión Ejecutiva que regía el Consejo General hasta no hace tanto, y que finalmente se demostró que parte de razón tenía en su lucha. Nos abrió los ojos ante una problemática que muchos colegiados ni tan siquiera conocían.
Si hay que resumir su paso por nuestras vidas, personalmente creo que se puede decir en tres palabras: una gran persona.
Jesús, esperamos que allá donde estés, descanses: te lo mereces. Un gran abrazo, y nuestro más sentido pésame a toda su familia y amigos.